SERÁS...

Serás efímero como el perfume. Volátil y fresco como las gotas que se adhieren en mi piel. Y me impregnaré de tu fragancia.

Serás el deseo, la tenue luz, la música en los oídos, la copa de vino, las sábanas limpias y frescas. Y me embriagaré de ti.

Serás el solsticio de verano, la luna, la pasión, el calor y la locura. Y enloqueceré por ti.

Serás la calma y la tempestad, la ropa tirada, las sábanas revueltas, la puerta cerrada. Y me llenaré de ti.

Serás tus manos y mi piel, tu voz y mi boca, tu mirada y mis ojos. Y me perderé en ti.

Serás esta noche.

SAN JUAN

Las personas pueden olvidar lo que les dijiste,
las personas pueden olvidar lo que les hiciste,
pero nunca olvidarán cómo los hiciste sentir.

Y tú me rompiste el corazón...



...

Me mordí las uñas
para no verme tentada a clavártelas
en el pecho para arrancarte el corazón.

BRILLO

Vuelvo de vacaciones, de pasarme una semana recorriendo el sur de Francia. He paseado por las calles de Marsella y vengo con el sol de La Provenza pegado en la piel. Hoy no me importa que tus ojos no iluminen mi camino o que se haya pasado la tarde lloviendo porque hoy vuelven a nacer los viejos sueños y la esperanza se despereza.

Estoy contenta. No sé, me siento brillante. Como las bombillas redondas y blancas de mi calle. Y estarás pensando que estoy loca, que ni es Navidad y que, aunque lo fuera, mi calle no la adornan nunca. ¿Qué luces? ¿Qué bombillas?

Mira bien la próxima noche que pases por allí, porque también están al lado de tu casa: hay guirnaldas de luces blancas, de cuentas redondas y blancas ensartadas en un hilo fino y casi transparente, que se cruzan con árboles y buganvillas y hasta con ángeles de piedra y edificios del siglo pasado.

Ya las verás: son luces de fiesta, como el brillo que desprenden los ojos cuando eres feliz. Un detalle pequeño, que no se ve, pero que hace brillar a todo un parque.

No sé por qué brillo. No es culpa mía, no tiene mérito. Eso sale solo... Pero me gusta.