2010

Cada Navidad llega un sms de moda: que si los pavos borrachos, las estrellitas, los burros del belén, meterse con el gobierno de turno... Este año el que más he recibido es el de todo y nada. Te deseo todo lo que te haga feliz y nada que te haga sufrir.

Y yo, este año, prefiero quedarme con todo. Con lo bueno y también con lo malo. Si no llueve, no puedo sentir las gotas resbalando por mi cara. Si no llueve, no puedo disfrutar de secarme al sol. Si no hace sol, no tendré fuerzas para cuando llegue el invierno y haga frío. Si no te echo de menos, si no te pierdo de vista, si no sales volando y no sé en qué árbol vas a cantar, no tiene gracia que vuelvas a posarte en mi hombro, cuando vaya silbando camino de casa.

Que no, no quiero lo que huele a artificial, repetido, admitido, cómodo y fácil. Quiero todo, lo bueno, lo que no lo es y lo que parece que es una cosa y luego es otra, porque así es la vida.

Y la vida, tal como es, ya me gusta.

Porque, al fin y al cabo, el 2010 no ha sido tan malo, ¿no?