2010

Cada Navidad llega un sms de moda: que si los pavos borrachos, las estrellitas, los burros del belén, meterse con el gobierno de turno... Este año el que más he recibido es el de todo y nada. Te deseo todo lo que te haga feliz y nada que te haga sufrir.

Y yo, este año, prefiero quedarme con todo. Con lo bueno y también con lo malo. Si no llueve, no puedo sentir las gotas resbalando por mi cara. Si no llueve, no puedo disfrutar de secarme al sol. Si no hace sol, no tendré fuerzas para cuando llegue el invierno y haga frío. Si no te echo de menos, si no te pierdo de vista, si no sales volando y no sé en qué árbol vas a cantar, no tiene gracia que vuelvas a posarte en mi hombro, cuando vaya silbando camino de casa.

Que no, no quiero lo que huele a artificial, repetido, admitido, cómodo y fácil. Quiero todo, lo bueno, lo que no lo es y lo que parece que es una cosa y luego es otra, porque así es la vida.

Y la vida, tal como es, ya me gusta.

Porque, al fin y al cabo, el 2010 no ha sido tan malo, ¿no?

EL ORÁCULO DE GOOGLE


Últimamente parece que se ha puesto de moda hablar de que hay una crisis de valores. Parece ser que porque a la generación que han dado en llamar ni-ni, por lo visto se les educó en la creencia de que, en lugar de que podían cualquier cosa con su trabajo y esfuerzo (creencia en la que educaron a mi generación), tenían derecho a tenerlo todo (¿?).

Ni me gustan las etiquetas, ni termino de creerme que se haya educado de una manera tan absurda a una generación... hasta que me topo con "El oráculo de Google".

Dice la RAE en su quinta acepción que oráculo es la persona a quien todos escuchan con respeto y veneración por su mucha sabiduría y doctrina. No sé si será cosa de la generación o qué, pero esta mañana he descubierto que la gente le pregunta cosas a Google. Lo has leído bien, la gente le pregunta cosas a Google. Empezad a escribir "me " y te van saliendo cosas como "me gustas", "me cambio de familia", "me aburro qué hago" (¿apagar el ordenador y ponerte a leer un libro, por ejemplo?).

Pero la cosa sigue, si empiezas a escribir "Tengo 14", Google te dice, entre otras lindezas, las siguientes: "Tengo 14 años y fumo", "Tengo 14 años y soy horrible", "tengo 14 años y me mide 10 cm" y sigue con cosas como "quiero adelgazar" o "estoy embarazada". A los 18, por lo visto lo que les preocupa es no haber tenido nunca novia/o o que se les caiga el pelo.

Será cosa de la juventud, así que mejor entremos en otro rango de edad, "tengo 40" y sigue el tema "tengo 40 pulsaciones por minuto" (o estás muerto o debes estar a punto), "tengo 40 años qué puedo estudiar" (cualquier cosa que te propongas), "tengo 40 y quiero embarazarme"...

Tengo que reconocer que lo que al principio me provocaba cierta gracia, a medida que iba avanzando me provocaba más alarma que risa, hasta que he llegado a "tengo 80 años y sé que me estoy muriendo".

¿Crisis de valores? ¿Por qué le preguntamos cosas a Google? ¿Es que Google tiene las respuestas a todo? ¿Es que no tenemos con quién hablar? Voy a preguntárselo a Google.

¿BAILAMOS?

Me gusta jugar. Mucho. Incluso con fuego. Pero ahora veo mis cicatrices y escucho atenta la voz de mi instinto. No estoy dispuesta a arriesgar mi corazón, aún está hecho pedazos. Ni a herir a nadie más. No me gustaría enredarme en una cadena de sucesos qwue no pueden llanmarse inesperados si se cree en el principio de causa y efecto.

Es sólo que ahora veo las cosas diferentes: si no estás, si no eres, es porque no estás listo. Si no soy ni estoy, es porque tampoco estoy lista. Ya será.

Pero ahora mismo, creo que estás y eres, y que estoy y soy, así que puede que ambos estemos listos, aunque me dé miedo arriesgarme otra vez. Mientras reúno el valor para enfrentarme a lo que siento, construyo mi camino, y siento que voy en buena dirección.

Todo fluye. Me dirijo hacia mi meta. Lo demás, vendrá por añadidura. Vendrá cuando tenga que venir.

Entre tanto, hoy es viernes, brilla el sol y nada nos impide divertirnos, así que... ¿bailamos?

HURACÁN

Esta semana me he releído el blog para quitarle las telarañas y he visto que ya han pasado más de dos años desde que lo empecé. ¡Cómo pasa el tiempo!. En este caso ha pasado para mejor. Este blog me ha servido para ver mis pensamientos escritos y poder meditarlos, valorarlos y madurarlos. He sacado mucho de lo que tenía dentro, y estoy satisfecha.

Ha pasado poco más de un año, pero ahora las cosas van rodando bien. He iniciado varios proyectos a los que les veo un buen futuro. Voy a apostar fuerte y espero conseguir buenos resultados.

El huracán pasó, y ahora puedo mirar lo que dejó en pie. Ahí se queda.

La música me ha acompañado todo este tiempo y ha sido un gran descubrimiento. Algunas canciones parecen hechas para mi y otras me han permitido soñar.

El humor y las risas han sido mi medicación: los analgésicos que han permitido que, por un rato, me olvidase del dolor, dejando cuerpo y mente relajados.

La formación ha activado mi cerebro, dándome nuevas perspectivas y permitiendo una actualización profesional olvidada durante años.

Una cosa que he aprendido este año es que toda experiencia (aunque en su momento fuera negativa) es válida. Todo se puede aplicar o reciclar.

Leo lo escrito hasta ahora y me encuentro bien; tal vez influya que hace relativamente poco que he vuelto de vacaciones, que le he sacado una sonrisa a todos los problemas, que me he reído muchísimo, que he visto recompensado mi esfuerzo o que vuelvo a ver sonreír a quienes ya casi ni se acordaban de cómo hacerlo.

ALASKA

Estoy convencida de que el termostato del aire acondicionado en esta oficina está puesto en "Frío Siberiano", que es el nivel que viene después de "Frío de la Hostia".

El caso es que cuando ya estoy congelada, me levanto de mi mesa y salgo al sol de la terraza para entrar en calor y me asomo a ver pasar a la gente. Y les veo caminar como medio asfixiada, sudando a mares, arrastrándose por culpa del calor.

Y yo, con la piel de gallina y temiendo el próximo soplo de viento polar, me siento atrapada dentro de una pecera de hielo. Y les tengo envidia; como ellos a mí, cuando miran hacia arriba y me ven aquí, temblando de frío.

NO ME SALE

He perdido el toque, la magia, he perdido el polvo de las alas de mariposa, la varita del Hada Madrina y la manzana de la Madrastra de Blanca Nieves, se me ha perdido la pata de conejo y el número mágico no viene cuando lo invoco.

He pasado por debajo de todas las escaleras mientras me cruzaba a todos los gatos negros. No encuentro la caca de perro de la suerte para pisarla y los espejos tienen las lunas por los suelos...

Vamos, que no me sale, que he perdido el toque para escribir post.

No se cuándo se ha ido ni por qué, pero ya no sé escribir. No se me atan unas palabras a las otras, ni pego adjetivos fuera de lugar con palabras que no son suyas.

La primera vez que noté que se había ido fue el 24. No podía escribir nada, y mira que había motivos, pero nada, que no había manera. Y no será porque no han pasado cosas en estos días. Algunas me ponen colorada, otras me hacen reír y las que menos hacen se encargan de sacarme una sonrisa o un brillo de ojos, pero nada, que no sé escribir posts.

DESCONOCIDOS

Tanto tiempo esperando para terminar descubriendo que nos hemos convertido en auténticos desconocidos sin nada en común.

Lo he decidido y ya no hay vuelta atrás: no recogeré más sus trocitos cuando lo necesite… porque él nunca ha estado cuando le he necesitado yo.

Al final, todo acaba como tenía que acabar.

DESPEDIDA

Si estás leyendo éste mail es porque todos mis intentos han fracasado.

Esta vez he luchado, más que nunca, prácticamente he llegado a arrastrarme y humillarme. He dejado correr el tiempo, pero me he estrellado una y otra vez contra un muro de piedra, y ya me doy por vencida. No puedo seguir así.

De los cientos (quizás miles) de mails que te he escrito, éste es el que más me pesa. Quizás porque es el más sincero. Puede que por eso sea también el que más duele.

Al final, no tengo ni idea de qué hubo de real en lo que no sé si fue o no fue, porque lo que se basa en mentiras nunca es. Nunca existe. Le pongas los colores que le pongas. La excusa que quieras ponerle.

Pero la vida sigue, los planetas encuentran su sitio en el universo y yo creo haber encontrado el mío que, casualmente termina siendo el lugar que siempre temí que fuera, lejos de ti.

El problema es que duele. Duele desprenderse. Pero tal vez sea un mal necesario.

La verdad, fue un placer conocerte, y mucho más amarte y tenerte conmigo.

Ahora, antes de irme, si me dejas, quiero devolverte algunas cosas y quedarme con otras:

Te devuelvo todos los pensamientos que pusiste en mi cabeza. También los que vas a poner después de este mail. Cosas que no pasaron y que no van a pasar nunca.

Te devuelvo mis ilusiones y dejo en libertad esas mariposas que revoloteaban en mi estómago.

Me quedo con tus palabras, ésas que escribían poesías al viento.

Me quedo con esas largas despedidas que duraban siglos hasta que la luna aparecía.

Me quedo con los días de aquel verano que jamás voy a olvidar.

Te dejo mi deseo para que otra te pueda ver como yo te veo y amarte como te lo mereces y que pueda hacerte feliz.

Te dejo todas las lágrimas que me caen mientras escribo estas líneas, el dolor, y el nudo en la garganta que tengo... Te dejo todo.

Ya sólo me queda pedirte perdón. Perdón por todas las veces que te he hecho sufrir, perdón por mis enfados tontos (que han sido muchos), perdón por comportarme tantas veces como una niña malcriada, perdón por darme cuenta de todo tarde, perdón por dejar que esto acabe…

Y darte las gracias. Gracias por haberme querido, gracias por haber sido mi amigo, gracias por haberme dejado rozar el cielo con la yema de los dedos…

Nunca dejaré de amarte, por eso no podemos ser amigos.

TE VI...

Te vi quitarte la ropa. Te vi desnuda. Y eras como champagne: joven, fresca, dulce, chispeante...

Ella no puede evitar sonrojarse, pero él continúa:

Ahora eres un borgoña, redonda y firme, complicada y para emborracharse, no para sorber, aunque a veces te transformas en un burdeos, porque cuando hablas eres más fuerte. Sin duda, pase lo que pase, siempre serás un buen vino tinto.

HOY, COMO AYER

Hoy, como ayer, te he visto aparecer entre la gente. Hoy he vuelto a sonreir nada más verte, tal y como ocurrió ayer. Hoy te he seguido con la mirada. Cada gesto lo hacía mío, como ayer.

Hoy una nube ha velado mis ojos al ver, como ayer, que te ibas de nuevo.
Hoy he corrido tras de ti. Hoy, como ayer, he luchado con un mar de gente para intentar llegar a ti. Hoy he vuelto a perderte.

Hoy, como ayer, echaré de menos tu mirada, tu sonrisa, tus abrazos, tus palabras.

Hoy, como ayer, soñé que estabas aquí, entre la gente, a un paso de mí…

Hoy soñé. Como ayer, como siempre…

DOLOR

Mi dolor. Mi dolor puedo arrinconarlo, dibujarlo, anestesiarlo, emborracharlo, sentirlo, ignorarlo, escribirlo, machacarlo, padecerlo, soportarlo, sufrirlo, acuchillarlo.

Pero tu dolor, ay amor, tu dolor. Tu dolor tan sólo puedo sufrirlo, nada de arrinconarlo o ignorarlo, ni anestesiarlo o escribirlo, sólo sufrirlo, amor, sólo sufrirlo.

PARAGUAS

El paraguas se ha convertido en un apéndice más de nuestro cuerpo. Como todo, los hay quienes lo tienen más grande y quienes lo tienen más pequeño. Gracias a Dios, aquí el tamaño no importa, si no, nos veríamos portando la sombrilla con tal de aparentar.

Un paraguas en estos días tiene una vida muy intensa. Lo dejas en el coche o te lo llevas; lo depositas en la entrada de una tienda y cuando vas a cogerlo ya no está, vas corriendo y compras otro, te acompaña al trabajo y decide quedarse a hacer horas extras, lo que no sabe es que no está en nómina y no se las van a pagar.

Desaparece sin dejar rastro; es imprevisible: lo mismo decide colarse en el centro de una reunión que quedarse en una esquina esperándote. ¿Quién no se ha tomado una cerveza en un bar alrededor de un paraguas?

Ataca a personas que no conoces, utilizándote a ti como motor para poder acertar en la cabeza del elegido, se enamora y queda enganchado con otro de su especie, tú tiras, pero él se resiste. Si al dar la vuelta a la esquina no le gusta la calle que has elegido, alza sus varillas hacia el cielo como si hubiese visto al mismísimo diablo.

Lástima que haya años en los que apenas salen a pasear, porque empiezo a plantearme lo apasionante que podría ser reencarnarme en uno de ellos.

ABRAZOS

Hoy el día no ha empezado bien. No encuentro el motivo de que sea un día gris, hoy que precisamente ha salido un ratito el sol. Echo de menos cosas, pero tampoco tengo muy claro el qué. Echo de menos cosas que me faltan y echo de más las que ya tengo. Deseo otras que no puedo siquiera llegar a soñar con ellas.

Echo de menos personas que he apartado de mi lado y echo de más a las que están a mi alrededor. Ni escribiendo me siento mejor.

Son estos momentos en los que nada importa cuando de verdad se crea la personalidad.

Hoy no tengo nadie que me dé un abrazo, quizás mañana ya no lo pida. Y tal vez nunca más lo necesite.

NOS VAMOS, CORAZÓN

La semana pasada vi amanecer sobre el Atlántico. Y allí, a más de ocho mil metros de altura y abrumada por la inmensidad de semejante espectáculo decidí que era el momento, que ya me cansé de luchar contra fantasmas y de demostrar que soy la mejor. Ya me cansé. Ya no se llevan los héroes, ni se premia el honor. Ahora quiero descansar.

Quiero guardar mis pócimas, frenar mi lengua y abrir mis puños. Quiero perderme, y ya no me importa hacerlo en unos ojos o en mi propia soledad. No quiero pelear, porque no sé si me espera la gloria al otro lado del camino. Porque no he visto la tierra prometida, y hace ya tiempo que perdí la fe.

Un día la arena que piso guardó promesas de riqueza. Ahora sólo recoge las huellas del paraíso perdido. Y estoy harta de herirme y que me hieran. Se acabó el brebaje de invulnerabilidad. Me retiro de este juego. Ahora que aún estoy a tiempo.

Recoge tus cosas, nos vamos, corazón. Cíñete la máscara y la coraza, este mundo no está hecho para débiles y románticos. Y enjuágate ese llanto. Ya no quedan hombros donde llorar. Hiela tu mirada, así no brotarán más lágrimas, y quema lo que quede, así no lo tendrás que cargar.

EL DIA DE LA MARMOTA

Harta. Estoy harta.

Estoy tan cansada de repetir los mismos días con distinta ropa, que ni siquiera me he dado cuenta que los días son más largos y de el sol ha vuelto a salir después de casi un mes lloviendo y nevando continuamente. Tengo la sensación de que desde hace dos meses repito el día sin escaparme ni uno.

El año que viene le voy a pedir a los Reyes Magos que me dejen hacer una devolución: le doy todas las horas que me las pasé esperando, que no sirvieron de nada, que me aburrí y hasta las de anoche, saliendo del trabajo a las diez.

CINCO MINUTOS


Cinco minutos más, por favor. ¡Sólo cinco minutos y me levanto!

GALLETAS DE LA FORTUNA

Este fin de semana he estado en restaurante asiático. Con más gula que hambre, habiendo terminado el postre, pedimos una galleta de la fortuna para cada uno. Después de que todos encontrasen su fortuna en esos mensajes crípticos, le pegué un mordisco a mi suerte, pero cuando miré en el interior para buscar el papelito con las verdades sobre mi futuro, me topé con una sorpresa: la galleta estaba vacía.

Tras superar la desilusión inicial y aceptar que me sentía estafada, lo primero que pensé fue en pedir otra, pero me puse a mirar con detenimiento la galleta vacía y, para sorpresa de propios y extraños, sonreí.

Terminé de comerme la "galleta de la no fortuna" pensando que el mensaje que traía la mía era el mejor de todos: si la galleta estaba vacía era porque es mi deber construir mi propio destino. Porque el destino no está en un papel, el destino es lo uno hace, lo que uno quiere, lo que una imagina.

Ése es mi futuro.

NO ME GUSTA

No me gusta estar así, que no puedo verte. Que no te llego y que no sirve de nada estirar los brazos porque si los estiro, sólo encuentro aire. No me gusta saber de ti por lo que intuyo o porque pienso que si las cosas no van mal, es que deben ir bien.

Detesto saber que no te llamaré cuando esté triste porque no sabré ni cómo decírtelo. Y no puedo con eso de no saber qué hacer y que la duda me deje quieta. No me gusta sólo poder verte de lejos cuando necesito tenerte cerca.

Me siento fría y tampoco me gusta. No me gusta saber que la vida a veces es sólo un juego con tres oportunidades y un game over infinito. Quiero que sea algo más, no sólo una aventura frívola, casi de cuento de pocas páginas y con ilustraciones desfasadas...

Me verás que quiero hablarte y escucharte, pero estoy en las nubes, aquellas a las que subí cuando necesitaba alejarme de ti, y ahora no sé bajar para verte. Supe subir, pero alguien me quitó las escaleras... quizás las quitara yo sola para que nadie pudiese seguirme, y aquí me he quedado, enredada como la hiedra.

Y aquí me quedo y no me gusta no saber volver contigo... ni conmigo.