PRIMAVERA

Esa tarde llovía. Yo iba en el coche y sólo llegaba el sonido lento y repetido de las escobillas del cristal, afanándose sin descanso por quitarme las gotas de los ojos.

Llovía, pero poco. Eso sí, estaba muy nublado. La tarde era gris, una tarde nueva de una primavera que empezábamos a estrenar. Una primavera llena de agua lenta y de silencio al ritmo del limpiaparabrisas.

Y es que el día no podía acompañar. Era lunes, no queríamos trabajar los que teníamos oficina a la que ir, y los que son de la calle, no encontraban esa tarde la gracia a eso de no tener casa. Los que estaban a dieta, no habían perdido peso. Los que no estaban solos, aún no tenían bastante para sentirse acompañados y los que estaban solos no estaban seguros de querer estarlo. Los que habían comido, no terminaban la digestión de los postres.

Es lo que tienen las primaveras cuando llegan como ésa, rápido, sin avisar y con los pies descalzos, llenos de lluvia. No hacen ninguna gracia.

"El detalle para esta tarde debe ser andar despacio", me dije. "Y mirar". Como pude, saqué los ojos por la ventanilla y me dediqué a seguir a los paraguas. Uno, dos, una niña con botas de agua, uno con maletín, dos que se cruzan... Y de repente, como surgen las musas, la inspiración y los amores sorpresa, mis ojos se posaron en ti...

Se me había olvidado que yo te quería. Que me enamoré de ti cuando te vi. Que me pedí uno como tú durante muchos años en mi carta a los Reyes Magos. Que me volví a enamorar cuando te vi más de cerca, y el corazón se me salía. Y tus manos, el ritmo de tus manos me dejó donde yo quería, que era al lado de tus dedos. Y tus ojos... Justo así, como la última vez, así iban conmigo esa tarde.

Ha sido un segundo y ha parado la calle, la lluvia y la tierra y a mi me ha dado cuerda para volver a sentir que el pecho se me llena de aire, de lluvia y de miedo cuando te veo, y los ojos se me hacen más grandes y más oscuros.

Miro al cielo, como puedo, mientras dos nubes me llenan los ojos de agua. Miro al cielo y veo la luna, medio dormida. Aún andas apostado en la luna, mirándome, y tú lo sabes. Aún hay un hombre en la luna que me sigue mirando.

4 comentarios:

belenmadrid dijo...

eso de pedir uno a los reyes magos servirá de algo? :(

Lucía dijo...

Geminitas no sé qué decirte, igual no es muy buena idea. Recuerdo que en mi casa los Reyes Magos eran bastante... "despistados", por decirlo de alguna manera, les pedía un panda de peluche y se descolgaban con una jirafa. Sí, animales eran los dos y de peluche, pero ya me dirás en qué se parece un panda a una jirafa. Y si te pasa con un hombre... no sé si vendrá con ticket regalo para qu epuedas devolverlo si no te gusta!! :)

Un besin!

Carmen dijo...

Me ha parecido precioso. Dulce y melancólico.

wen- dijo...

Jo si... eres muy dulce... :)