ANA

Ana se mira de refilón en el espejo mientras se desmaquilla. Acaba de volver a casa de un día de trabajo en el que sentía el peso del mundo reposaba sobre sus espaldas. Son muchas las tardes en las que ni siquiera se mira en el espejo para no encontrar las marcas de dolor en su rostro. Mientras se cambia de ropa y se pone algo más cómodo, mira su cuerpo desnudo reflejado en el espejo. Hoy es uno de esos días en los que no se siente atractiva.

Ana siente una enorme tristeza y una lágrima asoma a sus ojos. No sabe muy bien cuál es el origen y no sabe por qué se siente así. Hoy apenas recuerda una sonrisa en sus labios, ha sido algo fugaz. Una llamada de apenas cinco minutos del único comercial de España que debía estar trabajando hoy, y Ana ha sonreído por primera y única vez en el día.

El resto del día, casi como siempre, por la mañana estaba tan cansada que cuando ha sonado el despertador lo ha apagado de un manotazo y se ha vuelto a dormir, así que cuando se ha despertado era tardísimo y se ha pasado el resto del día corriendo. Un café rápido al llegar al trabajo, solucionar mil problemas, comer un triste sándwich en dos mordiscos, para poder seguir trabajando y, por fin, volver a casa.

Hace un repaso rápido a su vida y se sabe una mujer con suerte. Tiene un buen trabajo en lo que le gusta, amigos, buena salud... Entonces, ¿por qué se siente así? ¿A qué se debe esta tristeza? No tiene respuesta, es algo que la invade, la posee, la aniquila, la deja sin fuerzas...

Esta noche se acostará tarde. No podrá dormir y se quedará leyendo o viendo la televisión hasta que el sueño la venza. En las sábanas flotará el olor a suavizante y la cama estará fría. Echará las sábanas hacia un lado y suspirará porque, de nuevo esta noche, en su cama sólo estará Ana. Y ella sabe que no hay mayor soledad que la que se siente cuando no hay nada por lo que no sentirse afortunado.

Su soledad, la que siente ella, a veces la hago mía, porque en algunas ocasiones, yo soy Ana.

3 comentarios:

Lluís dijo...

Denota tristeza por los cuatro costados.

No sé que hay que esperar de la vida, pero la monotonia, creo que no es una de ellas.

Anónimo dijo...

Y yo.

Lucía dijo...

Creo que todos en alguna ocasión somos Ana...