ZAHRA Y AHMED

Zahra se acerca a la cocina a dejar la comida que acaba de comprar en el mercado. Habría comprado para más días, pero una nevera que sólo funciona las cinco horas que tienen electricidad, no es suficiente para mantener frescos los alimentos en una ciudad en la se alcanzan los cuarenta grados.

Hoy se siente sola. Echa de menos a sus hermanas y recuerda cuando aun podían verse cuando querían. Ahora apenas si sale de casa para algo que no sea ir al mercado, y siempre con miedo, siempre pensando si será la última vez.

Poco después de terminar de preparar la cena, llega Ahmed, su marido. Son las cinco y media, ante la falta de seguridad en las calles y los problemas con el transporte público, los horarios han cambiado. Nadie quiere ya estar en la calle. Nadie se arriesga a estar en la calle tras el toque de queda, a las once de la noche.

A pesar de todo, ellos tienen suerte. Ahmed es de los pocos que todavía tiene un puesto de trabajo. Trabaja para el gobierno, aunque no sabe cuándo dejará de cobrar.

Recogen los cacharros de la cena, aunque recoger nos es la palabra más adecuada. Se limitan a apilarlos en la cocina, esperando el momento en el que el grifo decida dejar caer unas gotas de agua para poder fregar.

Ocho siglos después, se pueden aplicar las mismas palabras que se usaron tras la devastación por el imperio mongol: “Bagdad está en ruinas. Ni mezquitas, ni fieles, ni llamadas a la oración. Los palmerales y canales se han secado. Los mercados ya no existen. Ya no puede ser llamada ciudad”.

Zahra suspira. Poco tiene que ver este lugar con el que inspiró “Los Cuentos de las Mil y Una Noches”. Han sobrevivido otro día. Cae la noche sobre Bagdad con la misma pregunta en la cabeza de sus cinco millones y medio de habitantes: “¿Cuándo acabará esta maldita guerra?”.

5 comentarios:

Javi dijo...

Me has puesto la piel de gallina. Impresionante.

Zahra tiene razón, ¿cuándo acabará esta maldita guerra? ¿Y las otras?

Un beso

Lluís dijo...

Si se pensara un poco en las personas, no se harían tantas barbaridades.

Lucía dijo...

Lluis, las guerras nunca se empiezan pensando en las personas. Si se pensara en ellas, ninguna guerra empezaría.

Me sumo a Zahra y a Javi, ¿cuándo acabará esta maldita guerra?

Gracias a los dos por seguir viniendo aquí todos los días. MUAK!

belenmadrid dijo...

cariño, qué abandonada te tengo! me pongo al día en un minuto. Sobre Zahra, al menos tienen un grifo del que podría salir agua, hay tantos sitios donde ni pueden imaginarse algo así! desde luego, somos unos privilegiados..

Lucía dijo...

Géminis: tiene un grifo, pero a medida que cuente su historia, verás que su único privilegio es seguir con vida.