LA HORA PERDIDA

Clara mira el reloj por enésima vez. Son las cuatro menos diez de la tarde. Aparta la silla, se pone el abrigo y sale a la calle.

Ayer por la mañana la llamó Luis. Sentía no haber podido ir a la fiesta que tenían la semana anterior, pero tuvo una cena de trabajo y le fue imposible escaparse. Habría quedado con ella hoy, pero tenía una boda por la tarde, un amigo de la infancia, así que mejor lo dejaban para mañana. Además, añadió él, casi al final de la conversación, tenía una cosa que contarle que seguro que le hacía ilusión.

Clara se pasó el resto del día preguntándose qué sería eso que tenía que contarle.

Hoy se ha levantado pronto. Se ha duchado y ha bajado a por el periódico y mientras desayunaba se ha acordado de que hay que cambiar la hora. Así que ha dedicado un buen rato a cambiar la hora de todos los relojes de la casa, el del vídeo, el de la cocina, el despertador, el del salón. Nunca se había parado a pensar la cantidad de relojes qué tenía en casa.

A las dos y media sale de casa camino del restaurante. Llega un poquito antes de las tres y decide esperarle en la barra. Pero los minutos pasan y Luis no llega. Las tres y diez… las tres y cuarto…La puntualidad nunca ha sido el punto de fuerte de Luis, pero nunca tarda tanto. Le llama al móvil. Apagado o fuera de cobertura.

Las tres y media… "¿Dónde se habrá metido?, ¿se habrá olvidado?", piensa, mientras al mismo tiempo le disculpa, tampoco tendría nada de particular que se le hubiera olvidado, últimamente ha estado muy liado en el trabajo y con esa amiga nueva que ha conocido... También piensa con resignación que a ella nunca se le olvidaría que ha quedado con Luis.

Las cuatro menos cuarto…

Clara mira el reloj por enésima vez. Son las cuatro menos diez de la tarde. Aparta la silla, se pone el abrigo y sale a la calle. Le ha llamado varias veces, pero él tenía el móvil apagado o fuera de cobertura. Antes de meterse en el metro para volver a casa vuelve a llamarle. Nada.

Luis mira su reloj, son las tres en punto. Sonríe. Por una vez va a poder presumir de llegar a la hora en punto. Entra en el restaurante y pregunta por la mesa que tenían reservada a su nombre.

- La señora se fue hace unos minutos. Estuvo esperándole casi una hora.
- ¿Casi una hora? No puede ser, si son las tres en punto
- Señor, esta noche había que adelantar los relojes una hora…

8 comentarios:

Anonima dijo...

Algo parecido a lo que me paso esta mñn. Puse todos los relojes en hora menos el del despertador.

un saludo

Javi dijo...

Muy original, muy bonito... pero queremos chicha.

¿Quién es la chica? ¿A qué juega Luís? ¿Le dirá algo Clara? Venga, no me digáis que no queréis que siga con la historia!!!!

belenmadrid dijo...

Me ha gustado mucho la historia, es real? porque me imaginaba alguna desgracia y al final.. qué alivio!

Lucía dijo...

Anónima, si te sirve de consuelo, ayer descubrí que mi casa parece una relojería, si no puse en hora diez relojes, no puse ninguno. Un besín.

Javi, si quieres chicha, espérate a la próxima entrega de "Mi chica favorita", si lo cuento todo entre el primer y el segundo post, me quedo sin chicha para el tercero :P. Muak!

Géminis, una desgracia no es, pero Clara, que está loca por Luis, pelín jodida sí debe estar por el plantón. ¡Hombres! ;)

Lluís dijo...

Por qué las mujeres siempre se enamoran de impresentables?

Alguna cosa buena tendrá Luis?

Esperaremos con ansia el 3er post.

Anónimo dijo...

Es lo que tienen los cambios de hora
descolocan a cualquiera.
Un saludo,

Lucía dijo...

Lluis, no sé si Luis será un impresentable o no pero, de momento, tiene a Clara loquita por él. Ya veremos cuánto le dura...

Ali, ¡qué alegría! ¡cuánto tiempo! A mi los cambios de hora me tienen dos días medio tarumba, hasta que me acostumbro :). Besitos

Irreverens dijo...

jeje, yo también me he quedado con ganas de más.

Te devuelvo la visita, que ya me tenías intrigada.

:)

Besos