MI BOLA OCHO


En Estados Unidos es muy popular la bola ocho. Tú le preguntas, la agitas y te responde. Tiene dos ventajas muy importantes, la primera es que es infalible, si no te gusta la respuesta, puedes seguir preguntándole hasta que te dé la respuesta que quieres, y la segunda, que va unida a la anterior, es que si la respuesta que te da no te gusta, es porque, aunque aun no lo supieras, ya habías decidido.

Nos pasamos el día tomando decisiones. Algunas tan sencillas como si tomaremos el café con leche entera o desnatada, o si el día está un poco gris, si nos arriesgamos a no coger el paraguas y llegar a casa remojados como patos si le da por llover.

A veces no tenemos tiempo para pensar, exigen una respuesta ya, como cuando llegas tarde y tienes que decidir entre contar que te has quedado dormida viendo "Sé lo que hicisteis..." o recurrir a la excusa infalible de que había mucho tráfico en la Castellana, y aunque las decisiones rápidas no son las mejores decisiones, también es cierto que las decisiones lentas no tienes por qué ser mejores. Sobre todo si eres un poco despistada y se te olvida que ese día precisamente la Castellana está cortada por una maratón o algo similar. Así que no podemos valorar lo bien o lo mal que hemos decidido por el tiempo que hemos dedicado a meditar sobre ello. Cierto que decidí rápido, pero me cazaron igual de rápido.

También hay decisiones que no queremos tomar, no nos atrevemos, nos convertimos en avestruz y escondemos la cabeza dejando que pase el tiempo, como si el tiempo fuese la solución a la encrucijada en la que estamos, como esos días que pasas mirando al móvil continuamente preguntándote si llamará o no llamará.

Tal vez el tiempo nos dé la perspectiva suficiente para poder decidir, pero no siempre podemos disponer del tiempo a nuestro antojo y, aunque pudiéramos, no nos garantiza que la situación mejore, aunque en esta ocasión, terminó llamando antes de que me volviera loca.

Hay quien cuando tiene que tomas decisiones importantes hace listas, lo bueno a un lado, lo malo al otro, mil tablas de excell, encuestas entre los amigos, estadísticas y hasta gráficos; también los hay que esperan a que otro tome las decisiones por ellos, o las dejan pasar, esperando a que se tomen solas, y quienes, a pesar de lo que les dice la cabeza, se dejan llevar por su instinto: "engorda un montón, pero está de bueno...".

Toda decisión implica riesgos. Cuando la balanza se inclina hacia un lado en lugar de hacia otro, cuando apostamos todo, cuando nos la jugamos, en definitiva, cuando decidimos, lo hacemos con la información que tenemos en ese momento, por eso, antes de decidir es importante abandonar nuestro sillón lejos del frente, donde sólo podemos adivinar las condiciones y posibilidades, y convertirnos en soldados rasos en pleno campo de batalla.

Pero si algo bueno tiene tener que tomar decisiones, es tener una bola ocho a la que echarle la culpa si las cosas salen mal, como cuando alguien piense que publicar esto ha sido una tontería.


1 comentario:

Anonima dijo...

vaya..es curioso,antes de entrar en este blog, estaba apoyada en la ventana pensando en que estamos continuamente tomando decisiones,que casualidad,es el tema de tu post :)
Siempre he pensado que hasta la decision menos transcendente,puede cambiar el rumbo de tu vida. SOy de las que da vueltas y vueltas intentado decidirse,y un dia,sin mas,en el ultimo momento,la tomo. Pero antes ya he tomado en cuenta todos los pros y contras,y si es algo importante, he hecho un monton de listas y he mareado la perdiz hasta limites insospechados. Para tomar la decision final en el ultimo momento.Asi soy yo xD
un saludo
laura v